“Uno que quiere quemar el parlamento”
Sobre las suscripciones y apoyo económico
a las publicaciones anarquistas.
Extraído de: Arte Provocador.
A finales del siglo XIX y comienzos del XX, en medio de un escenario internacional (Estados Unidos, Francia, Rusia o España) plagado de atentados anarquistas o de grupos nihilistas, y sus intrigas y misterios: atentados provocados por la misma policía, infiltrados o conspiraciones. La prensa revolucionaria se vio influida por aquel ambiente.
Surgieron periódicos todos los días que se convirtieron en voceros de las ideas libertarias o socialistas. Estos periódicos, la mayoría precarios e impresos clandestinamente, eran financiados por suscriptores que, en realidad, eran simpatizantes del movimiento que deseaban permanecer en el anonimato. Tenía sentido: los redactores eran frecuentemente perseguidos y encarcelados. Generalmente, las últimas páginas de estos periódicos recogían los «nombres» de quienes lo habían financiado. Jamás aparecía la identidad real. Las alusiones y adjetivos, los pseudónimos e imitaciones, eran frecuentes.Las listas de suscripción fueron todo un clásico de la diagramación de la prensa. Estas listas, además, reflejaban una escrupulosa política contable, que consistía en publicar cada una de las aportaciones económicas realizadas por los suscriptores, con un aprovechamiento total del espacio impreso para la propaganda. De ahí que aprovechando los beneficios del anonimato, muchos lectores eligiesen nombres doctrinarios o según la moda libertaria del momento, pues los nombres cambiaban lo mismo que las consignas.