El suicidio entre los esclavos negros. Una manera de evasión

El suicidio entre los esclavos negros en el Caribe en general y en el francés en particular Una manera de evasión considerada enfermedad, siglos XVII y XVIII[*]

Elsa Malvido

Resumen: La historiografía considera general mente que la esclavitud era “menos dura” en las colonias francesas que en las españolas; sin embargo, una importante documentación del siglo XVIII sobre las Antillas Menores fran- cesas permite relativizar esa afirmación. En efecto, el suicidio era la suerte cotidiana de los esclavos de todas las plantaciones de esas colonias. ¿Quién se suicidaba? ¿Por qué? He ahí las preguntas a las que se pretende dar respuesta con este artículo. El suicidio era ante todo masculino y tenía como fin el regreso a la tierra de los antepasados. Ni los factores biológicos ni los culturales que permiten abordar la cuestión del suicidio de los esclavos son del todo suficientes para entender la magnitud del fenómeno. Lo que explica el suicidio son ante todo las condiciones de la esclavitud misma, puesto que abarcaba también a los jóvenes adultos y a los adolescentes

Una de las desventuras más grandes sufridas por los inversionistas del primer viaje de Cristóbal Colón frente al “descubrimiento” del Nuevo Mundo fue no haber encontrado las tierras del Gran Khan (Zavala 1941), sino a los caníbales, unos sujetos incapaces de representar un mercado mundial de especias (Jáuregui 2008). Así, fue necesario “inventar”(O’Gorman 1960, 1976) la manera de integrar sus habitantes en esa mentalidad mercantil. El proceso fue largo, costoso y complicado, amén de cargado de circunstancias biológicas inesperadas, como las epidemias y la violenta despoblación causada por ellas (Malvido 2006), debido a que, en 1493, en el segundo viaje de Colón, los propios nativos “caribes” que había llevado en su viaje inicial, contrajeron la viruela en Cádiz, convirtiéndola en la primera pandemia que unió biológicamente al viejo y al nuevo mundo (Varela & León Guerrero 2003; Malvido 2007: 73-84; Cook 2003) y despobló literalmente todas las islas habitadas, de las Canarias al Caribe (Panum 1940), para entrar a Tierra Firme entre 1518 y 1520 con las mismas consecuencias de mortandad que en las islas, junto con el maltrato y la esclavitud de los indios debidos a la “guerra justa” (San Buenaventura [1725] 1994; Cook & Lovell 1991; Malvido 2006, 2007). En esa construcción, el Nuevo Mundo fue entendido como centro de abasto de mercancías, pero, ante la despoblación casi inicial, la solución propuesta por los conquistadores al trabajo diario fue sustituir la desaparecida mano de obra nativa por la de los esclavos negros. Eso no era nuevo en Europa: los esclavos negros tenían siglos trabajando y, en Sevilla, debido a las miserables condiciones en que vivían y al desamparo total, ya en el siglo XIV constituyeron la primera Hermandad (Moreno 1997; Aguirre Beltrán 1972).

Aunque antes de 1518 ya “habían sido introducidos esclavos en la Española, Puerto Rico y Cuba” (Piqueras 2002), la esclavitud masiva de los negros en el Nuevo Mundo se inició entre 18[1] y 25 años después del primer viaje de Cristóbal Colón. Ahora bien, como dijo Herbert Klein (2002),[2] las condiciones de esclavitud variaron a través de los años y, según cada posesión, la esclavitud no fue igual ni tuvo las mismas reglas en las colonias españolas, portuguesas, inglesas, holandesas o alemanas que en las francesas, antes que nada, porque el rey de Francia no pudo dedicarse a adoctrinar a esclavos e indios conforme al acuerdo de la conquista de América por estar muy ocupado resolviendo las guerras religiosas en el seno de Europa (Saco [1875] 1995: 183-189).

Vale la pena aclarar que la historia de las colonias francesas ha sido poco trabajada y resulta menos conocida en América; esa fue una de las principales razones para hincarle el diente a esos materiales, amén de compararlos con otros estudios sobre otras zonas esclavistas de América.

Para estudiar el suicidio, nos hemos basado principalmente en las nueve crónicas sobre Guadalupe, Martinica, Haití y otras islas francesas, crónicas que fueron escritas entre los siglos XVII y XVIII por los religiosos, administradores, hacendados e historiadores que ahí vivieron y que fueron recopiladas por el historiador puertorriqueño Eugenio Fernández Méndez (2008)[3].

¿Por qué el suicidio? Porque fue una constante de todas las fuentes consultadas, amén de que para el siglo XVIII ya se había entendido como una “plaga que acababa con los esclavos”[4] y creemos que vale la pena analizarla un poco más en profundidad.

HIPÓTESIS

Nuestras hipótesis tienen que ver con la esclavitud en el espacio y en el tiempo y con su relación con el suicidio:

  • Como hipótesis inicial, la primera pandemia de viruela fue la que obligó muy tempranamente a los reyes de Castilla y León a importar mano de obra esclava negra al Nuevo Mundo, modelo que imitaron todos los reinos, y fue otra pandemia la que obligó a terminar con ese sistema laboral, el cólera  morbus  de 1833 y 1850[5].
  • Las poblaciones negras padecieron muchas enfermedades antes de su captura, entre ellas las venéreas, que fueron universales en esa época, que combinaban algunas cepas posiblemente nuevas desarrolladas entre los nativos africanos y los otros grupos. Venéreas o no, se les conoció médicamente como bubas[6] , epian[7] , anquilostomiasis[8] , escorbuto, hambre, sed, miedo permanente, infestación de niguas o hidroargiria provocada, que en su fase final pueden conducir al enfermo al suicidio.
  • Si, según las fuentes, “a la menor provocación, los esclavos negros se suicidan”, ¿fue entonces, además de las enfermedades, la idea de algunas etnias que se identificó como metempsicosis[9] o reencarnación en otros cuerpos en la tierra original después de la muerte la que, según los cronistas, los incitó al suicidio, facilitándoles el tomar esa decisión?
  • Dado que eran tratados como ganado y no como humanos, la misma esclavitud y el suicidio fueron simples síntomas de las patologías biológica y social; no obstante, diferenciamos el suicidio de otros males al suponer que además pudiera tener una carga genética que afectó a algunos grupos –o a una parte del continente africano– cuya composición sanguínea estudiada ya como resistente a ciertas enfermedades provocara una carencia de litio en la sangre heredada por vía paterna, lo que nos explicaría la susceptibilidad a la depresión y al suicidio masculino.
  • Debió de existir un tabú cultural contra el suicidio femenino e infantil sin importar la geografía, el grupo y la herencia genética, ya que aun la metempsicosis parece haber sido exclusiva del género masculino adulto; o, a la inversa, que las mujeres y los niños perdieran esa posibilidad si cometían suicidio.
  • Para las ideas ilustradas que corrieron en el siglo XVIII, particularmente en Francia, la esclavitud negra constituyó un serio conflicto entre la extinción por su supuesta constitución inferior y la emancipación (Piqueras 2002). Casi lograron su extinción debido a las infames condiciones de explotación, las pandemias y el suicidio, aunque sobrevivieron a pesar de todo (Pérez 2005).

ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LAS ANTILLAS MENORES

El Caribe fue una de las zonas más conflictivas desde la conquista castellana y las islas Antillas Mayores y Menores fueron botín de casi todos los reinos europeos a lo largo de su historia colonial; amén de sus piratas y bucaneros, las tropas las invadieron temporal o permanentemente, defendiendo en todo caso el triángulo comercial de la trata de negros, el azúcar y las mercancías europeas y americanas legales o de contrabando. A mediados del siglo XVII, cuando el Caribe dejó de ser un monopolio español, las Antillas fueron tomadas por otras naciones (Vega Franco 1984: 4) y convertidas en centros de distribución del mercado de esclavos, como fueron los casos de Curazao y Jamaica, mientras que Francia e Inglaterra mantuvieron su carácter pirata en casi todo ese territorio (Arciniegas 1964). El Caribe fue tierra de nadie y sufrió durante el período colonial asedios de piratas y corsarios de todas las nacionalidades, por lo que las islas pasaban de un reino al otro con mucha facilidad. Esas condiciones cambiaron la trata y la relación con la Casa de Contratación, lo cual significó un peor estado de las condiciones de salud de las poblaciones negras en la zona antillana francesa.

La situación tardía, minoritaria y corsaria que Francia mantuvo sobre sus posesiones en el Caribe como zona colonial satélite y en parte como refugio –de nativos, negros libres y trabajadores agrícolas europeos– sirvió para concretar el experimento francés de la plantocracia. Cómo dijera Charles Verlinden, en las colonias francesas, la esclavitud fue un simple ensayo de un sistema de producción agrícola extensiva que, independientemente de haber reemplazado la mano de obra nativa, fue manejado como una plantocracia (Verlinden 1970).

Curiosamente, fueron otras pandemias –el cólera morbus de 1833 y 1850–, acompañadas por las novedosas tecnologías modernas, las que desintegraron la esclavitud, haciéndola costosa y antieconómica y obligando a los dueños sobrevivientes a otorgar la emancipación a sus esclavos (Vega Lugo 2008; Arciniegas 1964).

LA ESCLAVITUD EN LAS ANTILLAS MENORES FRANCESAS

Para la época tardía en que empezó la colonización francesa (aparte de Canadá), solamente quedaban disponibles las Antillas Menores, pues en general las islas habían perdido todo interés en la estrategia económica metalúrgica y la hacienda azucarera fue la que ocupó muy temprano esas tierras en el marco del mercado internacional (Debien 1981: 99).

Se puede decir que, debido a las situaciones poco favorables en que se encontró el estado francés en el siglo XVI, dejó en manos de los particulares la colonización y explotación de las tierras conquistadas por piratas y corsarios. Así, a mediados del siguiente siglo, Richelieu fue quien decidió regular su poblamiento. Primero, apoyó a Pierre Belain d´Esnambuc para que llevara colonos franceses, ofreciéndoles mercedes de tierras y enganches; algunos esclavos quedaban liberados después de tres años de trabajo, aunque las reglas cambiaron al imponerse el Código Negro de 1685 (Torres López 2006). Los estudios generales sobre la esclavitud indican que los esclavos de las posesiones francesas fueron mejor tratados y su esperanza de supervivencia fue más alta, si bien los documentos fueron escritos por los hacendados.

La mortalidad general, registrada durante el viaje trasatlántico que duraba entre seis semanas y año y medio, se ha calculado entre el 10% y el 20%, es decir, entre un millón y medio y dos millones de personas. El promedio de vida de un esclavo rural no pasaba de cinco años en Cuba, aunque otros autores dicen que eran 10, mientras que, en México, era de entre 7 y 15 años (Aguirre Beltrán 1972: 31, 182; Klein 2002; Torres López 2006: 12). En Barbados llegó hasta 16 años[10], aunque creemos que el clima bondadoso de esa isla en particular la hizo menos agresiva para la supervivencia[11] y el dato no puede generalizarse a las otras colonias francesas.

La proporción de esclavos por sexo y edades que arribaron con la trata varió según los años, los meses y las compañías; no obstante, hubo una composición ideal por edades y sexo establecida desde las primeras reales cédulas[12], puesto que se buscó que cada cargazón tuviera dos tercios de hombres adultos, mientras que las mujeres y niños compondrían el otro tercio; de éstos últimos, el 20% fueron “muleques o mulecas”, es decir, adolescentes, y los críos de leche, llamados bambos[13].

Sin importar el sexo, para ser considerados como adultos debían medir siete cuartas. Es obvio que las características físicas del esclavo, su edad, estatura y salud fueron los elementos indispensables para establecer su precio; sin embargo, también contaba la clasificación dada por los tratantes a cada grupo étnico a través de los años, aunque todo ello variaba según los períodos históricos y el espacio geográfico. A decir de Klein (2002), la trata nunca fue estable y hegemónica; como uno puede imaginarse, tuvo altos y bajos severos y constantes, pero el precio de una “pieza” sin defecto ni tacha o vicio llegaba a alcanzar entre 90 y 300 pesos[14].

Entre los llamados “vicios”, gracias a las fuentes podemos separar dos tipos de padecimientos. Los primeros eran detectados durante el palmeo, al arribar los asientos; se trataba de males traídos desde África y otros que se desarrollaban a causa misma de la esclavitud durante el viaje y en las haciendas; algunos influyeron en el suicidio como causas que predisponían a él directa o indirectamente.

EL SUICIDIO

Un síntoma masculino La libertad es la luz de nuestra vida…La esclavitud por el contrario es una cierta imagen de la muerte…Nada más odioso y más deplorable que la esclavitud que se compara con la muerte… Por tanto es mejor la muerte antes que una vida transcurrida en la amargura de la esclavitud (Las Casas 1982: 208).

El suicidio formó parte constante de todas las crónicas de ese terrible mundo colonial esclavista y fueron recogidas por los historiadores: Fernández Méndez, en el caso de las posesiones francesas (2008), Vega Franco, en el de las colonias de España (1984), Aguirre Beltrán, en el de México (1972), Ortiz (1996) y Pérez (2005), en el de Cuba[15], y Alonso y Flores Román, en el de las posesiones inglesas (1998). En todas ellas, el suicidio fue destacado como causa específica y constante de la morbi-mortalidad de la población negra esclava, y entendida por los europeos en términos generales como una forma de resistencia contra los amos[16].

En el caso de los esclavos negros, el suicidio, tanto individual como colectivo, fue un síntoma exclusivo de los hombres adultos jóvenes y pocos ancianos, considerando que fue una respuesta extrema y de evasión a la depresión provocada por la conciencia del secuestro y a la esclavitud en todos sus sentidos[17], y nosotros acotaríamos que posiblemente debido a la menor adaptación a la esclavitud por el género masculino, sabiendo que su vida fue llevada sistemáticamente a los extremos. De igual manera, fue extrema para las mujeres. Por poner un sólo ejemplo, nos referiremos a algunos traslados en barcos en los que todas las mujeres y niñas fueron violadas o, bien, lo fueron por sus amos en las haciendas; sin embargo, no sabemos que se hayan suicidado[18].

En trabajos etnográficos realizados entre 1928 y 1931, encontramos una posible explicación al por qué las mujeres y los niños no se suicidaban, pues, a decir de Melville Jean Herskovits: “Las sanciones sobrenaturales dentro de su sistema de creencias se hace evidente cuando consideramos las reglas del matrimonio, donde la ley demanda a la esposa o esposas y a sus hijos el cuidado de su espíritu después de la muerte, viudas e hijos viven temerosos de ofender a los fantasmas de su esposo y padre muertos” (Herskovits 1966: 211). Esa ideología se atribuyó a los negros de Rio Grande do Sul y fue recogida en 1942, pues entonces se consideraba como una de las zonas que habían mantenido las costumbres africanas[19]; no obstante, pensamos que sería importante diferenciar el patrón del suicidio individual del colectivo, para poder encontrar una explicación más amplia a la predisposición biológica y separarla de la cultural como causas, ya que fueron las propias fuentes las que insistieron en identificarlas, aunque nosotros no encontramos ninguna disimilitud.

Los factores del “síndrome suicida” fueron el miedo y la depresión permanentes causados por la esclavitud y que, sumados al exilio, el desgano vital y las enfermedades biológicas, contribuyeron a la falta de defensas inmunológicas permanentes y a la desaparición de miles de esclavos (Durkheim 1897; Fernández Méndez 2008: 325).

Ese fenómeno multicausal se agravó debido a la competencia de la trata misma, puesto que: “algunos envidiosos del comercio de los franceses hacen correr el rumor entre los negros de que nosotros los compramos y los transportamos a nuestras colonias para comérnoslos. Esta calumnia ha sido la causa de que muchos negros desesperados durante el viaje hayan tenido por mejor tirarse al mar y ahogarse….” (Fernández Méndez 2008: 247)[20].

Las formas del suicidio. Los grupos proclives al suicidio

No nos llamemos a engaño, no es a los africanos a quienes nosotros vamos a referirnos, sino a la parte de estos pueblos subyugados, transportados a nuestras colonias y vendidos a los hacendados quienes no los han doblegado…Su estado, su lamentable envilecimiento en nuestras islas, ha debido alterarlos[21].

Los negreros definieron tempranamente la disposición de cada grupo y su propensión al suicidio, las cuales fueron muy explícitas, puesto que significaron la acumulación o la posible pérdida de capital; no obstante, los datos nos ofrecen una amplia gama de causas posibles del suicidio, como: no haber aceptado nunca su condición esclava, que correspondió a quienes se tiraban al mar antes de embarcar o durante el traslado, así como a los que se dejaban morir de hambre y sed en los barcos, aunque entre ellos pondríamos también a los huidores sistemáticos. Para algunos otros, la causa declarada fueron las enfermedades padecidas o provocadas y por separación de afectos, aunque la mayoría fueron los abusos en su contra; y los esclavos encontraron en el suicido el fin de sus sufrimientos, una evasión en busca del retorno a casa.

Basándonos en Gonzalo Aguirre Beltrán, hemos intentado buscar en la geografía algún elemento que uniera a los variados grupos, como la lengua, pero creemos que fue la esclavitud simplemente la que los hizo más susceptibles, puesto que eso se dijo de los arará, quienes fueron los más dóciles y no suicidas, debido a que ellos ya eran esclavos en sus propias tierras (Aguirre Beltrán 1972: 181). Así que iremos de la conducta suicida general al grupo al suicido individual que la confirme, siguiendo la geografía dada por Aguirre Beltrán sobre las zonas africanas y las localidades que de hecho dieron nombre a los grupos.

  • Guineos, mina y chamba

Partimos de que una parte de sus nombres europeizados fueron locativos. Así, los guineos en general pertenecieron a grupos de suicidas natos, sobre todo en las colonias inglesas (Aguirre Beltrán 1972: 184 y mapa: 333; Fernández Méndez 2008), mientras que los mina o “negros de la Costa de Mina” “están a ello muy sujetos: se desesperan, se ahorcan, se cortan la garganta sin más ni más por motivos baladíes, lo más frecuente para hacer castigar a sus amos” (Aguirre Beltrán 1972: 336). Diversos documentos refieren suicidios, tanto colectivos como individuales, en casi todos los sitios a donde llegaron (Acosta Saignes 1986: 180). Al ser descubierto, un esclavo que fue perseguido después de visitar a una negra de otra hacienda simplemente se ahorcó de un árbol (Ortiz [1916] 1996). En la misma costa, “los chamba eran también malos, había que tomarlos –cosa que hacían los portugueses– entre los 10 y 12 años de edad para educarlos como se juzgara a propósito; los adultos no valían nada, pues al entrarles la desesperación se dejaban morir de hambre” (Aguirre Beltrán 1972: 186 y mapa: 336).

  • Ibo, carabalí bibi, fan y arará

Los ibo fueron “difíciles de manejar y propensos al suicidio al menor castigo o ridículo a que se les expusiera” (Aguirre Beltrán 1972). De los ibibio, se dijo: “Los carabalí bibi se caracterizaban por su tendencia al suicidio…”, y que en  creole  de Haití los autores franceses dieron origen a la fórmula “Ibos pend´cor´ a yo” (Herkovits 1937: 21). Al sur de esa zona, “los Fan o Fantís son considerados como extremadamente orgullosos y listos a cometer suicidio”. De las tribus arará, “[los E We-Fon]… eran malos esclavos, fáciles de caer en estados depresivos que los llevaban al suicidio; eran perezosos y ladrones a título de oficio” (Aguirre Beltrán 1972: 186 y mapa: 337).

Amén de las calificaciones grupales mencionadas, tenemos documentados casos de suicidios individuales, todos de las Antillas Menores, aunque no haya información sobre el grupo específico al que pertenecieron.

Los suicidas individuales

Así, el ejemplo de Teodoro, un esclavo de las Antillas Menores, bien puede ser el modelo de aquellos que nunca aceptaron su condición: “Teodoro, a causa de sus frecuentes fugas, andaba siempre con grillos. Apenas se los quitaban, cuando alguien intercedía por él, tornaba a huirse, perseguirle, encontrándolo los perros agazapado… un día al percibir desde un jobo… los ladridos  de los perros, se echó al cuello un lazo con un arique; y cuando aquellos le clavaron los dientes en los pies, ya estaba ahorcado” (Ortiz [1916] 1996: 181). Otro hacendado refiere que, de sus esclavos: “el más joven de todos se colgó del balancín del molino un día que no se hacía azúcar. La razón de su desesperación, por lo que otros me dijeron, era que no podía soportar el dolor que se le hacía al arrancarle las nigüas[22]; él pretendía escapar a ello y volver a su país ahorcándose. Lo que hubo de sorprendente, es que se estranguló con una liana, gruesa como un pulgar sin haber hecho nudo corredizo alguno” (Fernández Méndez 2008: 166).

Como bien lo dijo Aguirre Beltrán, tratándose de los esclavos negros, el concepto fue que “todos eran malos, había algunos peores” (Aguirre Beltrán 1972: 186). Por lo tanto, los cronistas nunca van a referirse a ellos de otra manera y, cuando hablan sobre el suicidio, no lo entienden como defensa o evasión, sino como venganza contra los amos.

Así, los documentos apuntan a esa conducta desde el momento del embarque, pues “corrían al mar para ahogarse antes de iniciar el viaje” y otros más, ya embarcados, cuando lograban salir a la borda: “Los esclavos impotentes para sacudir su servidumbre, se suicidaban a veces, arrojándose al mar saltando por la borda de los buques. Por eso ciertos negreros hacían tender alrededor del barco una especie de redes muy resistentes… aunque muchos más se dejaron morir en el trayecto de hambre y sed” (Ortiz [1916] 1996: 98).

Las causas biológico-culturales del suicidio

De las investigaciones más recientes, se ha llegado a concluir que perecieron en la travesía entre 1,5 y 2 millones de personas, es decir, el 10% de los esclavos. En algunas embarcaciones, la proporción podía llegar al 50%. De esas pérdidas[23], ¿cuántos de ellos fueron suicidios? Nunca lo sabremos.

Entendiendo que su situación predispuso a los esclavos al suicidio y no tuvo nada de baladí, debemos destacar que la carencia de sales en el organismo por la alimentación deficiente debió inducir a esa conducta y también la falta de litio en la sangre que hoy la psiquiatría vincula con frecuencia al suicidio[24]. Por su parte, el psiquiatra francés Pierre Moron[25] propone que el suicidio es un gesto de “imitación”, ya que existen “familias suicidas” resultado de enfermedades mentales familiares. Así, el suicidio tendría una dimensión cultural que podría explicar la conducta aceptada e imitada ya detectada desde entonces en el caso de ciertos grupos, como los de la Costa de Mina, de Guinea y algunos carabalíes[26].

Volver a la tierra de los antepasados

Ante las condiciones de su existencia, los esclavos tuvieron una salida espiritual que, si bien no era aceptada por todos, sí por una mayoría. Las fuentes afirman que ciertos grupos étnicos de África “creen que cuando mueren retornan a sus casas”, así que “les es indiferente a los esclavos morir”. Se ha visto también que “ciertas naciones de entre ellos tienen por cierto el principio de la resurrección o metempsicosis, de que resulta arriesgado comprarlos y algunos hacendados no compran de éstos”, pues, “si están descontentos con sus amos o si tienen algún disgusto, no vacilan en darse muerte, se ahorcan o se asfixian, volviendo la lengua hacia dentro como si quisieran tragársela”[27].

De los minas se decía que, aparte de vengarse de sus amos al suicidarse, “…anticipando aquéllos que después de su muerte retornan a sus país; ellos están tan impresionados de esta loca imaginación que es imposible quitársela de la cabeza” (Fernández Méndez 2008: 164). El autor, católico, del comentario, que condena el pecado del suicidio, no deja de sorprenderse de “que ellos se suicidaban unos detrás de otros”. Tal vez se pueda calificar esa conducta grupal de “imitación suicida”, como lo propone P. Moron.

La creencia cultural fundamental de la metempsicosis o la idea de retorno a su mundo original debió de haber sido compartida por más tribus de las que los cronistas registraron y que los historiadores captamos; por ejemplo: los de Guinea en territorio inglés, también creyeron en ella (Fernández Méndez 2008: 35). Sobre todo, ese factor cultural era compartido por todos, desde la edad de la adolescencia. Así, el amo de dos niños de 12 y 13 años del reino de Mina percibió a uno de ellos comiendo tierra:[28] “Yo hice todo lo que pude para impedírselo pero esto fue en vano; él continuaba comiéndola, devino hidrópico sin que se pudiera remediar, ya que no se podía eliminar la causa, que era la melancolía negra que le llevaba a este exceso… Tenía un hermano que pertenecía a uno de mis vecinos; no pude adivinar que su pena venía de no estar juntos… ellos tomaron la resolución de hacerse morir a fin de retornar a su país a la casa de su familia”.

En forma más general, aunque se les atribuyó una tendencia suicida “por cualquier motivo”[29], el suicidio individual respondió a distintas causas: desesperación provocada por recibir castigos corporales terribles, corte de orejas y manos, cepo, encarcelamiento, vender separadamente a los parientes. Las fuentes mencionan otros factores desencadenantes de la conducta suicida de los esclavos, como: el no poder cumplir con el trabajo, el cimarronaje, la tristeza, el diablo, el alcoholismo y otras enfermedades, pero, antes que nada, el hambre, la sed[30] y el miedo que los azotó sistemáticamente (Fernández Méndez 2008: 98, 164, 165, 166). Podemos deducir que todo suicida encontraba en la metempsicosis una fuerza suficiente para suicidarse.

Estrategias de los capitanes de barco y los hacendados en contra del suicidio

Muy tempranamente, los negreros y los hacendados se informaron sobre las costumbres de cada grupo y por ello hicieron que unas tribus fueran más demandadas y otras bajaran sus costos por considerarlos menos adaptables y fáciles de explotar; entre otras características, destacaron su habilidad para ciertas labores y su inclinación suicida.

Los testigos contemporáneos ,  hacendados o religiosos, fueron en su mayoría de confesión católica, así que, además de la pérdida económica que representaba, el suicidio individual o colectivo era para ellos un grave pecado imposible de entender. En cuanto pudieron, los colonos tomaron medias en contra del mal. Así, antes de embarcar, los esclavos eran bautizados una primera vez; al desembarcar, se le pedía al más anciano del grupo establecido que los convenciera en su lengua de la ventaja de aceptar el bautismo, porque, al convertirse al catolicismo, tendrían temor de suicidarse; también les hacían entender que esa religión les serviría como consuelo para soportar su nueva situación (Fernández Méndez 2008: 164-166). Después de declarar la religión católica como religión única y hegemónica en sus territorios, el Código Negro complementó la idea del bautismo, haciéndola obligatoria en su artículo segundo: “Todos los esclavos que residen en nuestras islas serán bautizados e instruidos en la religión católica… en un plazo máximo de ocho días bajo pena de multa arbitraria” (Torres López 2006: 12).

Dentro de las haciendas se consideraba que “las enfermedades y suicidios diezmaban las filas de las dotaciones” (Ortiz [1916] 1996: 163). Por lo tanto, se recomendó a los hacendados que:

Al momento que un esclavo se queje, el encargado de la hacienda debe mandarlo inmediatamente a la enfermería […] y aunque sepa que el esclavo es uno de aquellos que se quejan a menudo, no debe dilatar el mandarlo. La experiencia me ha hecho ver que estos infelices, considerados como haraganes, son de una complexión muy débil y cuya salud no puede soportar por mucho tiempo los trabajos recios de las fincas sin enfermar, y si se desprecian sus lamentos, mueren mucho antes del tiempo señalado para su conclusión.”[31]

Si entendemos al cronista, no está hablando de dejarse morir, sino de suicidarse. También aconsejaban lo siguiente: “Si se usa del rigor excesivo, toman la huída, y se escapan a las montañas… se les llama por eso ‘negros cimarrones’, es decir salvajes; o bien se ahorcan de desesperación.” (Fernández Méndez 2008: 98).

Los hacendados encontraron distintas estrategias contra el suicidio, particularmente la del ejemplo. Los cronistas comentan que los esclavistas ingleses, protestantes y por lo tanto “más crueles”, habían padecido el suicidio en masa de un grupo de sus trabajadores; y, habiendo huido el resto de los esclavos dispuestos a seguir a los anteriores suicidas, el dueño los encontró en el bosque, llegó con su liana y escogió un árbol, diciéndoles que él también se ahorcaría porque muertos todos los llevarían a una hacienda en Guinea donde el trato sería peor que el que les daba, por lo que todos debían de morir. Así los convenció de no hacerlo y logró que le prometieran que nunca más lo intentarían y, de concretarse un suicidio, “todos los otros serían colgados a la mañana siguiente para ir a trabajar al nuevo ingenio en Guinea”[32].Otro colono hizo cortarles la cabeza y las manos a sus negros ahorcados y las puso en una jaula que hizo colgar de un árbol en su patio. Así, los amenazó con despedazar los cuerpos de los suicidas y les dijo que tendría el placer de dejarlos miserables para siempre, pues no encontrarían sus cabezas y manos[33]. Al principio se burlaron, pero, al ver que las cabezas y manos de los ahorcados no desaparecieron durante la noche, se asustaron, pues aseguraron que al regresar a su país no tendrían posibilidad de hablar, ver, oír, comer ni trabajar, ante lo cual prefirieron dejar de ahorcarse (Fernández Méndez 2008: 166).

La esperanza del retorno a su vida anterior ante el ser considerados ganado humano, objetos de compra venta, fue la respuesta suicida entre los esclavos, única alternativa para huir definitivamente de la esclavitud. Se puede considerar que esas condiciones eran extremas en sentido global y fueron compartidas con los indios caribes, quienes se suicidaron tirándose de la montaña al vacío después de que los franceses ocuparon la isla de Granada. Se relata que los últimos sobrevivientes de la masacre saltaron al vacío desde un acantilado; ese episodio se recuerda en la isla como  Morne Sauter  (Mims [1912] 1977: 54). Esos grupos que se suicidaron incluían a las mujeres y los niños, mientras que, debido al tabú generalizado entre los grupos africanos, se evitaba que las mujeres reproductoras de sus grupos se suicidaran con sus hijos. ¿Sería la pérdida de la metempsicosis postmortem para ellas, además del temor a los fantasmas masculinos? Debido a que en esas fechas los antropólogos fueron hombres y entrevistaron casi siempre a personas de su mismo género, resulta difícil saberlo.

CONCLUSIÓN

Posiblemente, lo más importante para su historia es que el suicidio de los esclavos negros en el siglo XVIII fue planteado como una enfermedad aun por los hacendados y religiosos, casi todos ilustrados, y es el pensamiento católico el que lo determinó como tal. Los testigos católicos del siglo XVIII no pudieron entender la idea del suicidio como una respuesta de evasión a su terrible situación, más allá de una venganza contra los amos.

Desde el punto de vista del esclavo, el síndrome suicida fue una salida lógica a su condición general biológica y social, a los síntomas desencadenantes, como enfermedades, soledad y falta de alimentos –antecedente de la bulimia y la anorexia–, provocados por los hacendados.

Los esclavos se han suicidado en todas las épocas históricas, por lo tanto es una conducta humana común en situaciones extremas.  122 Lo que desconocemos es si el suicidio fue provocado por la falta genética de litio y otros sales en el organismo o si fue una práctica “por imitación”, definida por los historiadores como “desanimación cultural”. De haber sido una conducta hereditaria, la metempsicosis biológica podría interpretarse como una “conducta natural”; el suicidio servía de apoyo espiritual para retornar al lugar de origen.

Finalmente, es probable que la inexistencia del suicidio femenino e infantil se debiese a que los ritos de la población masculina recaían en ellos (Thomas 1983; Morin 1974).

BIBLIOGRAFÍA

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[1] El 18 de agosto de 1518, Carlos V otorgó en Zaragoza la primera licencia dada al gobernador de Bresia para introducir en las Indias Occidentales 4 000 negros esclavos provenientes de las islas de Guinea y demás lugares; la licencia fue vendida a los genoveses y, en 1519, llegaron a Cuba y a Puerto Rico los primeros grupos con la licencia revendida a un castellano. Véase Ortiz [1916] 1996: 48.

[2]  “…Cuando los colonizadores se comprometieron con la esclavitud africana, comenzó la mayor migración forzada de la historia…”. Véase Vega Franco 1984: 1.

[3] En 1833-1838, fue suprimida la esclavitud de las Indias Occidentales inglesas; en 1844 se adoptó igual medida en la República Dominicana; en 1848 la abolición alcanzó a las colonias francesas; en 1863, los holandeses extinguieron la esclavitud en sus posesiones. La geografía del Caribe esclavo quedó circunscrita a Cuba y Puerto Rico. En la década de 1850 había concluido el proceso de abolición en América Latina continental. Véase Piqueras, 2002.

[4] Las pandemias de cólera Morbus entraron con el Tratado del Libre Comercio en 1833 y 1850.

[5]  “La población disminuyó en un 46%”. Véase Scott 1989: 54-63; Piqueras 2002: 23; Vega Lugo 2008.

[6]  “Bubas: El mal que llaman francés, que tanto ha cundido por todo el mundo. Bubosos, los que tienen esta enfermedad. Han escrito autores cosas de veras y de burlas sobre esta materia, dándoles muchos privilegios y prerrogativas graciosas que podrán ver en algunos autores […]. Buba es nombre francés, y vale pástula, porque las bubas pícaras arrojan en la cara y a la cabeza unas postillas, que es forzoso andar el paciente lleno de botanas, y no embargante esto yo pienso ser nombre en griego, porque los griegos llaman  boubuvas,  a las hinchazones del cuerpo, tumores prater naturam in cuaqunque parte corporis, Léxico Graecum, y particularmente los incordios, principio de ellas, que por nacer en las ingles tomaron ese nombre , nam inguina graeci bubuvac, apppelant”.  Véase Cobarruvias Orozco [1611] 1984: 239.

[7] Nuevo Diccionario Médico Larousse, 1956, 2 tomos.

[8]  “La anquilostomiasis, con su anemia consecutiva, era común al África y a la Nueva España… como garantía de la salud del negro, la afirmación de que éste no comía tierra, síntoma de descalcificación en este padecimiento… causada por la infestación del  Necator Americanus  procedente y dispersado a todo el continente americano por los excrementos de los africanos”. Aguirre Beltrán 1972: 191.

[9] “Metempsicosis: doctrina religiosa y filosófica según la cual transmigran las almas de unos cuerpos a otros, después de la muerte”.  Diccionario Enciclopédico Ilustrado  1972: 828.

[10] “El capitán Trench Towshend para Cuba dijo que cinco y Merivale dijo que diez, mientras que en Barbadas llegaba a 16 años”. Véase Ortiz [1916] 1996: 163.

[11]  “Otra ventaja que ofrecía la isla de Barbados era su clima benigno y la fertilidad de su tierra […] convirtiéndose en el modelo de la Plantocracia”. Véase Alonso & Flores Román 1998: 16.

[12] Tomando como ejemplo un desembarco documentado en Cartagena de Indias, tenemos que durante el traslado desde África murieron 15 adultos, de muleques 6 y de los bambos no hay datos. El 20% de los adultos masculinos presentaron en el palmeo vicios, defectos o tachas, mientras que las mujeres el 12% y los muleques menos del 1% y de las mulecas sólo dos con efectos de bubas y tres sin un dedo del pie, posiblemente hijas de una mujer sin un dedo en cada pié. Véase Vega Franco 1984: 138-145.

[13] De 37 cargazones revisadas, esa fue la composición general: murieron entre el 10 y el 20%.  Ibid.:  146.

[14] Después de ser marcados.  Ibid. : 149

[15] “VI-IX, La esclavitud negra, la Trata negra”. Véase Ortiz [1916] 1996: 94, 200; Louis A. Pérez Jr., 2005.

[16] “La resistencia de los esclavos […] tomó muchas formas a través de los años, unas veces fingiendo enfermedades, el suicidio, el aborto, la revuelta, la auto mutilación, o la huída”. Véase Fernández Méndez 2008: 26. En el caso de Cuba, donde se registra una tasa de suicidio entre las más elevadas del mundo (el llamado “pathos cubano”), la forma del suicidio masculino era por ahorcamiento hasta el siglo XX. Véase Louis A. Pérez Jr. 2005: 4-6, 41 y 64: cuadro 3.13.

[17] “Asimilismo y anti-asimilismo: dos polos del problema de la cultura afrocaribeña. Al paraíso africano de los esclavos suicidas”. Ibid.: 58 Según César de Rocheforte: “si también se usa del rigor excesivo toman huída […] o bien se ahorcan de desesperación”. Véase Fernández Méndez 2008: 98. Por su parte, Jean-Baptiste Labat escribe: “Los negros de la Costa de la Mina están a ello sujetos: ellos se desesperan, se ahorcan, se cortan la garganta, sin más ni más por motivos muy baladíes, lo más frecuente para hacer castigar a sus amos, anticipando aquellos que después de su muerte retornan a su país”. Véase Fernández Méndez 2008: 164. Es probable que el tratamiento con litio reduzca la depresión y el intento suicida. Véase Moore & Jefferson 2005.

[18] En un expediente que obra en el Archivo Nacional de Cuba sobre el apresamiento del bergantín Jesús María por el inglés Rigdore, se lee cómo ese buque llegó a Cuba con 252 esclavos de los cuales 97 eran hembras de 13 a 14 años de edad. ¡Todas fueron violadas durante el viaje! Su capitán huyó apenas ancló el buque en la Habana y quedó impune”. Véase Ortiz [1916] 1996: 97.

[19] 19 La población negra entonces era entre el 15% y el 20 % del total de la población de Porto Alegre. Cifras recogidas por el profesor Elpidio Paes en 1941.

[20] Según el planteamiento de canibalía del historiador Jáuregui, la esclavitud simplemente fue otra forma de consumirlos, pero al fin y al cabo canibalismo económico occidental (Jáuregui 2008).

[21] En 1763, Thibault de Chanvalon condenaba la esclavitud en esos términos. Citado por Fernández Méndez 2008: 315.

[22] “Nigua (Insecto): Especie de pulga ( Sarcopsylla penetrans ) de América del sur, de la costa occidental del África y de Madagascar […]. Las picaduras pueden ser numerosas, yuxtapuestas y pueden acarrear necrosis de los tejidos; se han observado en ciertos casos gangrena y tétanos originados por las picaduras de las niguas”. Véase  Nuevo Diccionario Médico Larousse 1956: 737.

[23]  “1625. Tragedia de una travesía negra: en cinco navíos portugueses viajaban 1 211 esclavos africanos, de los cuales mueren 583 durante el traslado y 68 perecen pocos días después de la llegada”. Véase Torres López 2006: 12.

[24] “Las enfermedades y suicidios diezmaban las filas de las dotaciones”. Véase Ortiz 1996: 163. “Que los  Fon  eran malos esclavos, fáciles de caer en estados depresivos que los llevaban al suicidio; eran perezosos y ladrones a título de oficio”. Véase Aguirre Beltrán 1972: 186. “La falta de sales lleva a tener una conducta suicida, sin embargo la dosificación de litio ha reducido dicha tendencia”. Véase Moore & Jefferson 2005.

[25] “Interviene con frecuencia un elemento de adaptación: una apreciable cantidad de nuestros casos se relacionan con repatriados de África del Norte, no solamente de Argelia, sino también de Marruecos”. Véase Moron 1992: 42. “Sin contar con la tristeza de estar alejados de sus tierras sin esperanza de volver jamás”. Imaginemos lo que sucedió en la sociedad colonial esclavista, ¿cuál adaptación a una situación impuesta sin posibilidad de solución? Véase Fernández Méndez 2008: 275.

[26] Entre los grupos con mayor tendencia suicida se encuentran los mayas prehispánicos y postcoloniales, aunque entre días, el estado de Yucatán tiene la tasa más alta de suicidios en México. Ya en la época prehispánica tuvieron una deidad femenina protectora de los ahorcados.

[27] Jean-Baptiste Labat 1722. Thibault de Chanvalon 1763.  In  Fernández Méndez 2008: 165,166, 325. Los mayas trabajadores de las haciendas en el siglo XIX se ahorcaban tirados en el piso, atando el cordón de sus huaraches en algo resistente, pero no guindaron. Alejandra García Quintanilla, información verbal.

[28] A algunos grupos se les atribuyó la costumbre de comer tierra en su lugar de origen, pero los compuestos no fueron los mismos y les produjeron hidroargiria.

[29] “…por cualquier motivo se suicidan”.  In  Fernández Méndez 2008: 164.

[30] “Que los horrores del hambre obliguen a los habitantes de la Martinica o de Santo Domingo a buscar sus alimentos en el campo, a muchos esclavos se les permite producir sus alimentos, o devorarse los unos a los otros.”  Ibid.:  46.

[31] Jean Baptiste Labat, 1722. Citado por Fernández Méndez 2008.

[32] “Ellos se lo prometieron con un juramento”.  Ibid .: 166.

[33] La creencia de los esclavos era que, si estaban enterrados, otros vendrían en la noche a llevarse sus cuerpos y los transportarían a su país.


[*] Este trabajo es un homenaje a ese grupo humano cuyo color de piel más que su lugar de origen marcó históricamente su destino. Como sabemos, aunque hoy Estados Unidos tenga un presidente descendiente de africanos, las condiciones reales para los africanos y negros del mundo no han variado sustancialmente: continúan siendo esclavos del sistema mundial de muchas maneras. En contra de las predicciones europeas de los siglo XIX y XX, incluidas las del cubano Fernando Ortiz, uno de los más importantes estudiosos de la población negra, quien consideró que Lombroso tenía razón y que su extinción era inminente e insistió en que el suicidio fue una muestra de ello, hoy, para nuestra fortuna, sobreviven

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